¿Tienes un plan de acción para tu farmacia? ¿O te dejas llevar? El cuento de la cochera me sirve de ejemplo para explicarte como nos dejamos llevar por la inercia, sin análisis, y sin un plan de acción. Creando la casa menos adecuada y más alejada de nuestros sueños. Con nuestra farmacia en muchos casos pasa lo mismo. Construimos por inercia sin pararnos a pensar si estamos “construyendo” lo que realmente queremos.
En la década de los 70/80, después de un periodo de crecimiento sostenido de la economía, se puso de moda comprarse un terreno.
El sueño de todos era tener una segunda residencia, en la que pasar los fines de semana. En cierto modo, era un retorno al campo, o al pueblo, volver a los orígenes.
Las grandes ciudades habían crecido enormemente con la transformación de la economía. El paso del sector primario (agricultura) al secundario (industria) motivó el desplazamiento de muchas familias del campo a las ciudades. Buscaban una vida mejor, gracias a la gran demanda de mano de obra generada por la industria.
La gente trabajaba, ahorraba y, en cuanto podía, daba la entrada para el terreno. Todos los domingos iban a desbrozar, picar, allanar, etc. intentando poner un poco de orden en la parcela.
Al poco tiempo, se daban cuenta de que debían construir un lugar donde guardar las herramientas y otros utensilios. De paso, tener un lugar donde guardar el coche a la sombra, o poder cobijarse del sol o de la lluvia.
Construyeron “el garaje”.
La construcción de la cochera o garaje era un gran paso.
Ya no había solo campo abierto. Tenían una construcción, un refugio. Ya tenían algo, ¡era nuestra, nuestra propia cabaña!
Al contar con un techo, el siguiente paso fue plantearse pasar todo el fin de semana en el campo. Con adquirir un par de colchones, ya comenzaba a tomar forma de casa.
De manera inmediata, surgían nuevas necesidades. Un baño, un sitio donde cocinar, comer y guardar la paella, la parrilla y el resto de enseres, una habitación para los niños y…
Poco a poco, surgieron nuevas habitaciones, que fueron rodeando al “garaje”, que pasó a convertirse en en “comedor”. Así, fueron terminando la construcción de una casa.
¿Qué clase de casa tenemos?
La construcción final nada tenía que ver con la casa soñada. Estaba muy alejada de la que podían permitirse construir hoy, con los ingresos y ahorros con los que contaban..
La distribución era todo menos lógica. La orientación tampoco era la indicada. Era imposible construir el porche soñado. Las habitaciones eran minúsculas. No cabían el nuevo armario o la cama grande.
Cuando se comenzó la construcción todo era un gran reto. En ese momento parecía suficiente…pero visto ahora….era un desastre.
Falta de Visión y Previsión
No se contó con un plano, un arquitecto, ni un proyecto. Con suerte, un pequeño croquis había sido todo el proyecto.
Tan sólo era un garaje para meter el coche y tenerlo a la sombra. Por ello, no hacía falta nada más…..después se fue improvisando, añadiendo y creciendo para dar respuesta a las necesidades inmediatas, sin pensar en nada más.
Ahora, después de años de esfuerzo, mucho dinero invertido y con todo construido, era demasiado tarde para cambiarlo. Demasiado costoso tirarlo y comenzar de nuevo. El sentido común dice eso, que hay que derribarlo. Pero ya no es posible hacerlo, resultaría demasiado caro, y sobre todo, demasiado molesto.
No podemos echar abajo todo. El esfuerzo de tantos años, tantas vivencias y recuerdos… Pagar por derribar y volver a pagar por construir, es demasiado coste, en todos los sentidos.
Habrá que conformarse, con lo hecho hasta ahora. Total, “para nosotros ya está bien, nos hemos acostumbrado a las incomodidades. Podemos vivir así”.
Con nuestra farmacia ocurre lo mismo.
Un día comenzamos con un sueño en la mente. Generalmente poco definido, pero con claras expectativas de que el negocio irá bien. De hecho, no se montó un negocio, sino que, se trata de ejercer una profesión, una vocación.
Empezamos con lo ya existente. Bien sea la farmacia familiar, o la farmacia adquirida por un traspaso.
Comenzamos nuestra andadura con lo que tenemos. Tampoco existe otra opción.
El tiempo, el personal, los clientes y las circunstancias, nos han traído hasta aquí, hasta donde estamos ahora.
Y muchas veces este “aquí” se perece bastante a esa casa que, fue creciendo ampliación tras ampliación, resolviendo unas necesidades momentáneas, pero sin plan, ni plano alguno.
Un traje que no se nos ajusta
Y ahora, nos encontramos con “un traje que no se nos ajusta”. Que nos constriñe, no nos deja ser la farmacia que queremos.
No definimos qué queríamos ser y hacia donde queríamos ir. Simplemente nos hemos dejado llevar por la inercia. Tirando balones fuera. Autoconvenciéndonos de que no podíamos hacer otra cosa. Que esto era lo que teníamos, con lo que contábamos. Que no podíamos cambiarlo. Que sería una locura. Mejor mantenernos en lo conocido y dejarnos llevar. “Siempre ha funcionado así, no hay nada que cambiar”.
Con suerte, hemos ido resolviendo los problemas tal como se presentaban, nadando siempre a contracorriente, sin poder sacar la cabeza para ver qué estaba pasando.
Con mucha suerte, hemos creado unas inercias, unos “protocolos y unas maneras de hacer”, “las nuestras”, sin plantearnos si son operativas o no.
Nadie las cuestiona. Sabemos que algo no funciona, que no avanzamos, que cada vez los problemas son más visibles y latentes, y no sabemos por dónde comenzar. Pero nos auto engañamos con : “es lo que hay”, “es lo que tengo”, “con este equipo no puedo hacer otra cosa”, “la farmacia está en mala zona”, “no puedo hacer más”, etc.
¿Quién cambia todo esto ahora? ¿Qué cambio? ¿Por dónde empiezo?¿Cómo?
Sabemos que algunas cosas (o muchas) están mal, que otras están sobredimensionadas y que otras se nos han quedado justas hace mucho tiempo.
Pero, ¿qué hacemos para cambiarlo?. ¿Por dónde empiezo?. ¿Qué es lo más urgente?.
Además, todo eso implica inversiones. ¡Imposible! Demasiado caro, no hay dinero, ni tiempo para todo eso.
Empezar de cero no es posible, continuar igual tampoco. Elijas lo que elijas, es una mala elección. Y no elegir ni hacer nada, es también una elección, tal vez la menos adecuada.
No hay nada peor que la frustración. ¿Elijas lo que elijas, siempre acabas perdiendo?.
A nadie le gusta perder. Pero, está claro que, a veces, no queda más remedio. Tenemos que perder, para volver a recomenzar. Así que, asúmelo, ante la frustración solo es posible la aceptación.
Debes aprender a aceptar lo que no puedes cambiar.
Tras la aceptación, pasa a la acción.
La ira, la depresión, la frustración, ya sea juntas o separadas, por este orden o, al revés, no sirven para nada.
Son reacciones humanas, sí, pero absolutamente inútiles. No aportan nada, ni solucionan nada, solo sirven para perder el tiempo en lamentaciones y en suposiciones.
Así que, si me permites un consejo: llora unos minutos, grita algunos más, y fin de la historia.
Tu rincón de llorar favorito es un lugar tan inútil como poco productivo. No te refugies ahí:
¡ponte a trabajar, haz algo!
Y por favor, no sigas por el mismo camino. No pongas más ladrillos.
Párate. Detente y observa. Mira lo que estás haciendo. Analiza lo que está bien y lo que está mal.
Si no puedes hacerlo solo, busca ayuda. Una empresa como tu farmacia, necesita ayuda de profesionales externos.
La complejidad de la gestión de una farmacia supera en dificultad la de algunas grandes empresas.
Gestión de compras, de almacén, ventas, personal, labores administrativas, retail, etc.etc…
Necesitar ayuda. Es lógico y natural.
Momento de sacar conclusiones
Anota todas las conclusiones a las que hayas podido llegar. Tanto las buenas, que sin duda las habrá. Como las malas, que también.
Tienes que ser realista y crítico. Debes hacer una lista con las necesidades y los cambios a realizar.
Plan de acción para tu farmacia
Tras el análisis completo de todas las áreas de tu farmacia: gestión, equipo, procesos, espacio, clientes, ubicación, etc., debes trazar un “Plan de Acción”.
Existen herramientas que te ayudarán a hacerlo, puede leer este artículo de nuestro blog: Modelo Canvas: excelente herramienta de gestión en la farmacia
Pero sé realista. No puedes comenzar por el tejado. Debes empezar por preparar una lista de acciones concretas que si puedes cambiar. Pequeños cambios, que generen energía, creencia y motivación suficiente para pasar después a cosas más grandes.
Consejo final:
Si no quieres repetir la historia, tienes que definir un plan. Tienes que tener claro cual es el fin de todo, qué pretendes conseguir, hacia dónde quieres ir.
Haciendo símil con la cochera, hay que hacer unos buenos planos y unos buenos planes.
¿No estás preparado para hacerlo solo? ¿Crees que necesitas ayuda para comenzar con el cambio? ¿Alguien que te acompaña en el proceso de definición y te ayude a poner claridad en procesos e ideas?
Cuando necesito un mueble yo voy al carpintero. Cuando necesito asesoría sobre temas financieros o de gestión, buco una buena gestoría. Si tengo problemas legales, me busco un buen abogado.
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¿Qué vas a hacer tú? ¿Quieres que hablemos? Puedes llamarme ahora para despejar dudas, o enviarme un mail contándome tus necesidades. Estoy a tu disposición para que comentemos tu caso y ver si soy el profesional que necesitas para lanzarte a la ACCIÓN y comenzar el CAMBIO.
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