Ángela Ruiz Robles precursora del e-book
Casi nadie sabe quién fue Ángela Ruíz Robles, aunque fue la precursora del e-book. Nacida en Villamanín (León), vivió en Ferrol desde 1918, hasta su muerte, en 1975. Maestra y científica, se adelantó más de medio siglo a su tiempo.
En las peores condiciones posibles, en plena posguerra española, ideó el primer libro mecánico, precursor del actual e-book, que se atribuye, de manera inexacta a Michael Hart. En realidad, la primera enciclopedia electrónica, la inventó doña Angelita. Está acreditado por una patente otrogada en 1949 y el prototipo que se construyó,, siendo sus indicaciones, en el Parque de Artillería de Ferrol, descansa actualmente en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología en A Coruña.
Ángela Ruiz Robles, nació hace hoy 121 años en Villamanín, (León), visualizó la era de las pizarras digitales con varias décadas de antelación. Su mente privilegiada y su profunda vocación por la pedagogía y la educación le marcaron el camino. ¿Su objetivo? Aligerar los kilos con los que los alumnos cargaban sus espaldas resumiendo en un único libro todas las materias, hacer más atractivo y, al mismo tiempo más sencillo, el aprendizaje; en definitiva, convertir la enseñanza en algo interactivo y estimulante.
Lo que Ángela Ruiz Robles esquematizó en su cabeza como un «proceso mecánico, eléctrico y a presión de aire para la lectura de libros» tomó forma en los astilleros ferrolanos. Lo que ella había concebido como algo ligero y fácil de transportar en una mochila, acabó convertido en un pesado artefacto construido con materiales rústicos, que lamentablemente le cortaron las alas.
Su invento nunca llegó a las aulas. Tampoco consiguió convertirse en libro electrónico, pero casi. Constaba de dos partes. La primera, de conocimientos básicos: lectura, escritura, numeración y cálculo. Haciendo presión en abecedarios y números se formaban sílabas, palabras y lecciones. La segunda funcionaba con bobinas, cada una dedicada a una materia. Y podía incorporar luz y sonido.
El invento de Doña Angelita, tuvo muchos pretendientes. Los norteamericanos le echaron el ojo al invento y desde Washington hubo quién rondó a la gallega para hacerse con su patente. No lo consiguieron. Doña Angelita, maestra en Mandiá, ni se planteó hacer las maletas y poner rumbo a América. Quería que el invento se quedase en Galicia, en Ferrol.
Ángela Ruiz Robles obtuvo el reconocimiento a su labor en vida. Recibió diversas distinciones como la Cruz de Alfonso X El Sabio a su Profesionalidad o la Medalla de Oro y un Diploma en la I Exposición Nacional de Inventores Españoles, celebrada allá por el año 1952. Pero no consiguió lo que realmente era importante para ella, que una empresa española fabricara su invento. Lo exhibió por las ferias de toda España. Incluso intentó convencer al Ministerio de Educación, que dio su aprobación para el uso eventual en las aulas. Pero nunca consiguió financiación. De cualquier forma, su trabajo no cayó en saco roto. Algunas de las ideas recogidas en su patente han servido de base para aplicaciones actuales.